sábado, 7 de abril de 2012

El Caminante Peregrino II de Sarria a Portomarin

La etapa Sarria a Portomarín,  comenzó con un día de heladas, lluvia y temperaturas bajo 0 C. El termómetro cuando salí, a las 7 a.m., rumbo a Sarria marcaba: -2 C, y a las 8 y 30 p.m. bajo a -1 C.; la carretera tenía mucho hielo y estaban los camiones esparciendo sal para eliminar el hielo de la calzada. A las 8 y 45 a.m. comenzó a aclarar, la temperatura seguía bajo 0 C, la niebla no se dispersaba y el cielo se veía encapotado.
A la salida de Sarria ya estábamos los peregrinos unos, tomando café, desayunado, otros haciendo ejercicios de calentamiento y esperando a ver si las temperaturas subían un poco, pero el cambio no fue mucho.
Comencé a caminar a las 8 y 30 a.m.,  se empieza con un descenso suave, se cruza con una vía férrea pasando debajo de un moderno viaducto que contrasta con la naturaleza existente. A la media hora de camino me encontré con un bosque de castaños, pinos, robles y otras especies para mi desconocidas y atravieso un arroyo sobre un puente de madera; la niebla comienza a disiparse, los rayos de luz a bajar entre los arboles dando un efecto lumínico muy interesante, el cruce por el bosque se hizo todo un espectáculo,  mitigando así la subida corta, pero bastante pronunciada  que se recorre para así finalizar la travesía del bosque.
Luego se arriba a un plano que contrasta con el bosque dejado a un lado, ese cambio brusco de bosque a pradera es un deleite para los ojos, ya se empieza a caminar en la campiña gallega y todo lo que se ve anima a seguir adelante. Me llamó mucha la atención las vaqueras en donde  se veían pastando la famosas vacas rubias gallegas, las huertas que para el momento lo que más se veía eran los sembradíos de papas (patatas) reconociéndolas por estar todas en flor amarilla, que por cierto tienen un sabor exquisito. También me ha sorprendido gratamente el esplendor primaveral, las flores las observo por todos lados en los perales, ciruelos, manzanos y otros frutales. Igualmente la flora silvestre está en todas partes cubriendo  en determinada zonas la campiña en un manto floral de infinitos colores. Les comento que las abejas y abejorros hacían de las suyas.
En este trayecto sentí que como si Mamaté estuviese caminando a mi lado, dándome fuerza y a la vez acompañándome en el Camino. Hubo momentos que aunque había peregrinos a mi alrededor me sentía solo y otros que me sentí acompañado sin que hubiese peregrinos cerca.
Si darme cuenta de pronto me encontré en el pueblo de Barbadelo, allí me desayuné en una pensión – albergue, construido en piedras, justo en el kilómetro 108, llamada Casa Barbadelo; pedí un jugo de naranja natural, un café con leche, un biscocho y un trozo de queso artesanal. Les recomiendo hacer parada en este sitio.
Seguí caminando por los pueblos y núcleos siguientes: Rente, Peruscallo, Belante, siempre en pequeñas subidas, alternando con planos, hasta llegar a Brea, allí pasando el pueblito me encontré con el Mojón  del kilómetro 100,  el cual me desilusionó al verlo pintado de grafitis, muy descuidado, pero al fin, ese es el punto que, si se comienza a caminar y recorrer el camino hasta Santiago de Compostela, se cumple uno de los requisitos para obtener La Compostela.
Poco más adelante se encuentra Morgade, donde hay una pensión bar, me paré a tomar un jugo y un café, todavía la temperatura no pasaba de 6 C. De pronto oigo a mis espaldas que me llaman Polo, hola Polo, me volteo y es una querida amiga en compañía de sus 2 hijos, sabía que estaba haciendo el camino y que empezaba en esta etapa, pero no dejo de sorprenderme encontrarnos en el camino, hablamos un rato, seguí adelante y ellos se quedaron desayunando, luego los volví a ver en Ferreiros.
Luego de pasar el pueblo de Ferreiros sigue el camino atravesando por varias aldeas Rozas, Mercadoiro, Parrocha y Vilacha, en donde comienza un brusco descenso hasta el Rio Miño y de allí cruzar el puente, subir unas escalinatas hasta llegar a Portomarín.
El  recorrido total fue de 21,5 kilómetros, pasando por lomas, bosques, planos, vaqueras, pueblos, núcleos, caminando por toda clase de terreno.
Sarria se encuentra en la cota de 454 msnm,  el punto más alto se alcanza en la cota 663 msnm en Brea y luego baja para llegar a Portomarín con 387msm.
Es una etapa muy interesante, tiene momentos donde al principiante como yo le cuesta superar  las subidas, pero uno se reconforta con la naturaleza espectacular del lugar, olvidándonos del esfuerzo requerido.
La experiencia hasta el momento es que la preparación es de suma importancia, un buen calzado imprescindible, no hacer muchas paradas y de hacerlas que sean cortas, no más de 10 minutos para que los músculos no se enfríen, tomar agua con bastante frecuencia. También es muy importante fijarse donde se ponen los pies, el camino tiene todo tipo de superficie, se camina en asfalto, tierra con piedras, fango, agua, losas de piedra y dependiendo de la época el suelo puede estar húmedo, seco y hasta con pequeñas capas de hielo. Digo esto para evitar caídas innecesarias, o  torceduras, esguinces y tendinitis, muchas veces tan solo por pisar mal, que nos impidan terminar el recorrido.
“Que puedes visitar en la Etapa 28 del Camino de Santiago Francés
  1. Sarria. Hermosa y ancestral, con una Calle Mayor con aire medieval, merece la pena contemplar: la Iglesia del Salvador, románica del Siglo XIII, las Ruinas del castillo del Conde Sarria, el Convento de la Magdalena del Siglo XII. Fue fundada por Alfonso IX en el Siglo XII, que aquí murió aquí en 1213, cuando peregrinaba a Santiago, para agradecerle su victoria sobre los musulmanes en Mérida. Cerca de Sarria, en Hospital do Incio, se halla la Iglesia románica, perteneciente a la Orden de Malta.
  2. Barbadelo. iglesia de Santiago, románica, del siglo XII.
  3. Mirallos. Crucero del Siglo XII. Iglesia de Santa María de Mirallos, del siglo XII, con portada románica, antiguamente se hallaba en Ferreiros y fue trasladada a Mirallos en 179.
  4. Vilachá. Cuna de los Caballeros de la Orden de Santiago y aun se pueden ver las ruinas del Monasterio de Loio y la ermita Santa María de Loio, de estilo visigótico.
  5. Portomarín. El casco histórico, fue cubierto por las aguas del embalse, salvando la iglesia-fortaleza de los Caballeros de San Juan de Jerusalén. Hoy podemos contemplar la iglesia de San Nicolás del siglo XIII. Había un puente romano que fue destruido por doña Urraca, cuando era perseguida por su marido y buscaba la protección de Gelmirez.”
Tomado de: elcaminoasantiago.com
En Sarria tuvimos la oportunidad de almorzar en el restaurante del Hotel Roma, frente a la estación del tren, famoso por sus parrilladas, en especial  la del Chuletón de Buey. Nosotros ordenamos Gambones al Ajillo, Trucha Salmonada y  el famoso Chuletón. Me llamo la atención una maqueta del Hotel Roma, que tienen en la entrada del restaurante realizada totalmente en piezas de Lego.








Espero que el tiempo mejore y las temperaturas sean más benignas.
Hasta la próxima etapa



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